Nada se opone a la noche

La muerte de Lucile, la madre de Delphine de Vigan, se presenta como un enigma que desencadena en la autora un profundo viaje hacia los oscuros laberintos de su pasado familiar. A través de un meticuloso proceso de investigación, Delphine recorre las memorias visuales y sonoras que componen la historia de los Poirier, utilizando fotografías, cintas de casete y películas familiares para reconstruir no solo la vida de su madre, sino también su propia infancia y los secretos que esta encierra. Ambientada en el París de mediados del siglo XX, la obra es tanto una crónica íntima de una familia como una exploración sobre la naturaleza de la verdad en la escritura. A medida que la narradora avanza, los recuerdos y las revelaciones se entrelazan, sacando a relucir no solo el duelo por la pérdida, sino también las heridas que el pasado ha dejado en la dinámica familiar. Las revelaciones se vuelven un acto de valentía, ya que exponen ante los propios familiares secretos que podrían alterar la percepción de su historia compartida. Esta obra no solo se erige como un testimonio de la complejidad del amor filial, sino que también representa un acto de catarsis, donde el acto de escribir se convierte en una herramienta para enfrentar lo inenarrable. La habilidad de la autora para captar lo bello y lo perturbador en sus reflexiones sobre la vida y la muerte resuena con una autenticidad conmovedora, y plantea interrogantes sobre la memoria y la identidad. Las páginas invitan a una profunda reflexión hacia adentro y hacia las dinámicas que conforman nuestra comprensión de lo que significa ser familia.

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